El hombre en la Luna.

Recostado en su cómoda cama y envuelto en sabanas de algodón egipcio, el Callado leyó en su sitio de noticias CNN México, una amarga noticia: a los 82 años murió el primer hombre en pisar la luna, Neil Armstrong. Resultado de complicaciones cardiacas, el pionero de la exploración lunar perdió la vida.

Los que fueron niños en la época de los 60s, recuerdan cuando un ser humano caminó por primera vez en la Luna como el momento que más marcó sus vidas. Y no es para menos. Qué un individuo de su misma especie haya llegado tan lejos es algo que emociona cada una de la fibras nerviosas de el Callado y lo llena de orgullo.

Ese objeto celeste, que parecía inalcanzable, que ha inspirado tantos poemas, tantas canciones, tantas pinturas, dejo de serlo un 20 de julio de 1969. Después de recorrer 400 mil kilómetros, Armstrong y sus compañeros astronautas, Buzz Aldrin y Michael Collins a bordo del Apollo XI completaron su viaje a través del espacio hacia el satélite.

Cuando el modulo lunar Eagle aterrizó en la superficie lunar (como dice el ídolo de el Callado, Luis González de Alba, es incorrecto decir alunizar o amartizar ya que no es necesario inventar un verbo para plantarse en cada planeta —avenudizar, mercurizar, plutonizar—) habían pasado 4 días desde que los astronautas abandonaron la Tierra.

Casi seis horas y media pasaron para que la compuerta del Eagle se abriera y Neil Armstrong, entonces de 38 años, saliera para convertirse en el primer hombre en posar un pie en la superficie de cualquier astro distinto a nuestro planeta. “Un pequeño paso para un hombre; un gran salto para la humanidad”.

Dos horas y media de caminata lunar para Armstrong y 15 minutos menos para Aldrin. Colocaron una bandera de Estados Unidos, recogieron piedras lunares y realizaron experimentos antes de regresar a la nave espacial. Después, los tres hombres regresaron a casa como héroes.

Muchos mitos rodean ese emblemático viaje, desde que fue un montaje cinematográfico, una total falsedad, hasta que los astronautas fueron escoltados por extraterrestres. Sin embargo, todo ello fue real y tan solo usando una computadora primitiva y la voluntad humana. La misión logró cambiar la forma en que el hombre se ve a sí mismo, nos mostró que cualquier limite puede superarse, nos enseñó lo lejos que estamos de las cavernas y hasta donde se puede llegar.

El Callado, cruzando las manos por detrás de la cabeza, reflexionó en la importancia de hombres como Neil Armstrong y de cómo ellos y no la perrada son los que cambian al mundo. Pioneros como ellos fueron los que se atrevieron a bajar de los arboles, los que empezaron a caminar erguidos, los que controlaron el fuego, los que se zambulleron en el mar, los que se atreven a salir y superar los limites.

«[…] Solo hemos completado el principio. A ustedes les dejamos mucho que no se ha hecho. Hay grandes ideales sin descubrir, adelantos disponibles que pueden remover una de las capas protectoras de la verdad». Neil Armstrong

Qué le espera a la biología molecular.

El descubrimiento de la estructura en doble hélice del ADN por Watson y Crick en 1953, marca el inicio de la biología molecular, la cual, se ha convertido en el campo más prometedor para el progreso de la humanidad. Pocas disciplinas han crecido tan rápidamente. En poco menos de 60 años, hemos pasado de entender el porqué nuestro hijo sacó los ojos de la abuela a crear organismos transgénicos o a comprender porqué nos da cáncer.

La biología molecular es la ficha que faltaba para completar el rompecabezas de la evolución. Si Darwin hubiera contado con la información que tenemos ahora —cómo se heredan las características, cómo se copia la cadena de ADN, cómo surgen los cambios en la secuencia genética, etcétera— no habría sufrido de tanta oposición cuando postuló la teoría de la selección natural. Claro, hablo de la oposición de sus colegas científicos y no de la religión ya que esta última, hasta la fecha, sigue negándose a aceptar el proceso evolutivo.

En un tiempo se pensaba que al conocer el genoma humano se podrían curar todas las enfermedades genéticas, lamentablemente, esto no fue cierto, por lo que la biología molecular sigue estando muy lejos de que se esperaba. Se pensaba que bastaría con remplazar el gen afectado —como el de la distrofia muscular— por una copia del gen en buen estado para restituir la proteína que faltaba y ¡listo! Estás curado. Pero no, se les olvidó el sistema inmune. En cuanto se empezara a producir la nueva proteína, los leucocitos la detectarían como un agente extraño, ya que nunca antes la habían visto, y la destruirían.

Otro problema fueron las enfermedades poligénicas. Estas, como su nombre lo indica, son causadas por un grupo muy diverso de genes que solo cuando trabajan en conjunto se desencadena la enfermedad. Un ejemplo de estas son la diabetes y la obesidad. Entonces, empezaron a identificar a estos genes, que por no ser causantes de la enfermedad se les conoce como genes de riesgo, y salieron uno y otro y otro más. Lo único que se ha logrado al estudiar estos genes de riesgo es que los individuos que son portadores de uno en particular responden mejor a ciertos tratamientos que a otros.

Con estas dos grandes barreras la biología molecular tiene que seguir buscando otras alternativas para que por fin se pueda ver un salto en la mejora de la salud mundial. Todavía hay grandes espacio por llenar y preguntas por responder, por ejemplo, el ADN basura. Una buena parte del genoma (el 98%, nada más) no codifica para ningún gen, entonces ¿para qué sirve? tiene que estar ahí por alguna razón.

En fin, la vida no es color de rosa, y la vida de los científicos moleculares no es la excepción.  

Estampitas estampitas

«Una imagen vale más que mil palabras», excelente frase pensó el Callado cuando estaba a punto de empezar a escribir en su blog. Para que tanta letra si se pueden resumir las más profundas ideas en un ingenioso dibujito o una pequeña viñeta. Por eso hoy, Elca les ofrece esta colección de imágenes que, si comparten el humor de Elca, estoy seguro que brotará una sonrisa en sus rostros.


En mis tiempos…

Mmm…

Hay que prevenir.
Doctores.
Estamos a mano.
Cómo han pasado los años.
s
Se ve que esa fiesta acabo mal.
¿Entendiste?
Ach ¿Por fin?
Un oso polar.
Así fue como inició todo.
Una heroína.

Reseña y análisis de «Batman, The Dark Knight Rises»

SPOILER ALERT

 Este artículo contiene detalles importantes sobre la trama de la película Batman, The Dark Knight Rises, por lo que si aún no la has visto y no quieres que te arruine las sorpresas, mejor no sigas leyendo, pero recuerda regresar. Ahora que ya estás advertido, continuemos.

 

Probablemente, esta sea la más grande trilogía de los últimos tiempos. Con The Dark Knight Rises, Christopher Nolan se convirtió como uno de los mejores directores de la actualidad creando un estilo lleno de giros dramáticos. Los hermanos Nolan escribieron tres guiones con las que llevaron la historieta a un nivel inimaginable. La trilogía también representa la consagración de Heath Ledger como uno de los mejores actores de todos los tiempos; su interpretación de The Joker quedará para la historia. Con este gran cierre, Nolan no solo nos dio dos horas y media de intensas emociones, sino también un gran mensaje social: el peligro que representa el populismo a los derechos de los individuos.

Cuando inicia Batman, The Dark Knight Rises, El hombre murciélago (Christian Bale) lleva 8 años sin aparecer. Ciudad Gótica vive una etapa de paz gracias al “ejemplar” fiscal que murió defendiéndola, el crimen organizado a desaparecido, el jefe Gordon logró limpiar la policía y sin embargo falta algo. La gente camina y celebra por la ciudad pero algo está mal. Estas personas sin que hacer, que se sienten decepcionados pero no saben exactamente de qué, no están satisfechos con sus vidas, son frágiles y pueden caer en las garras de un tirano.

Es cuando aparece Bane (Tom Hardy), el cual será el peor enemigo al que se ha enfrentado Batman. En él, Bruce Wayne tendrá un rival que puede pelear frente a frente como lo fue Ra’s Al Ghul, y que también es una mente criminal maestra como lo fue The Joker. Bane fue entrenado por el mismo mentor de Batman, y toma su lugar dirigiendo la Liga de las Sombras. Estuvo en una prisión que haría palidecer al infierno, por lo que tuvo que trabajar su cuerpo para defenderse. Sin embargo, las golpizas le dejaron un dolor permanente el cual controla con un suministro constante de analgésicos por medio de una mascara, con la que no solo consigue mantenerse bajo el umbral de dolor sino con la que adquiere una apariencia aterradora que coincide con su retorcida mente.

El objetivo de Bane es completar el plan de Ra’s Al Ghul de destruir Ciudad Gótica, sin embargo, primero tiene que romper al murciélago, esto, tristemente, fue muy fácil debido a la mala condición de Batman y a la traición de una experta ladrona, Selena Kyle (Anne Hathaway). Batman es exiliado pero Bane lo mantiene vivo para que pueda ver cómo su ciudad y sus sueños se convierten en cenizas.

Una vez que Batman está fuera, Bane recurre a todas las estrategias de las corrientes de izquierda más radicales para destruir Ciudad Gótica. Asalta la bolsa de valores (remember Occupy Wall Street), se dice enemigo de la corrupción, manda al diablo a las instituciones, entierra (literalmente) a la policía, asesina al alcalde y rompe los símbolos que mantenían la unidad de la ciudad. Grita les han mentido, los han manipulado (YoSoy132, ¡ups!) Todo ello para “devolverle el poder al pueblo”. Cuando logra instaurar su nuevo orden, Bane se presenta con los ciudadanos diciendo Contemplen al instrumento de su liberación. Bane y sus aliados desprecian la propiedad privada, a las personas de altos ingresos y llaman a los “desprotegidos” a recuperar lo que estos les han negado. La película muestra la crudeza del saqueo como el recurso para la igualdad de la sociedad; arrebatar el dinero de los ricos y dárselo a los pobres. Bane implementa un gobierno que aplasta las libertades individuales mediante la dictadura de las mayorías. El “gobierno revolucionario” organiza juicios donde los ricos y los representantes de las instituciones solo tienen dos alternativas: el asesinato o el suicidio. Se cuelga a los traidores donde puedan ser vistos por todos. Los que le devolvieron el poder al pueblo mantienen un cerco con el que retienen a la población en su propia fantasía de libertad. Cortan las comunicaciones con lo que crean un muro como el que tantos dictadores de izquierda han empleado para someter a su gente —Cuba, Corea del Norte, la Alemania Comunista, etcétera—. Además del muro, Bane cuenta con una bomba nuclear la cual destruirá lo que queda de la ciudad.

Batman, en su exilio, tiene que recuperarse física y mentalmente y recordar su misión. Cuando regresa, Batman se une con las fuerza del orden para combatir un enemigo común y con Gatúbela, que descubre que en un régimen populista todos son ladrones por lo que eso pierde sentido y decide luchar por el bien. Cómo era de esperarse, Batman recupera el orden, derrota a Bane, saca la bomba antes de que explote, sacrificándose para darle a Ciudad Gótica un verdadero héroe al cual honrar, pero deja a las autoridades el proceso de reconstruir la ciudad.

Sin embargo, Bruce no muere. De algún modo logra escapar de la explosión y huye para tener una vida sin preocupaciones. Esto fue lo que más me conmovió de la película. Bruce no dio la vida por su ciudad, no hacia falta ya que lo que necesitaba Gótica era un símbolo. Batman es el símbolo, no Bruce Wayne.

Es lo que Bruce Wayne siempre quiso darle a Ciudad Gótica: un símbolo que pudiera inspirar más no un ídolo. En ningún momento quiso ser un líder, sino impulsar a la gente a buscar su propia grandeza. Él no buscó el poder, nunca intentó ponerse al frente, es más, desaparece. Y lo logró. Esa semilla de grandeza quedó sembrada en el corazón de Gótica, y en particular en el del joven John Blake (Joseph Gordon-Levitt) , cuyo verdadero nombre es Robin.

The Dark Knight Rises cierra perfectamente con las historias de todos los personajes. Me pareció particularmente enternecedor la historia de Alfred (Michael Caine) que es recompensado con su máximo sueño: ver al señor Wayne, a quien ama como a un hijo, feliz y liberado de todo rencor.

Batman no solo es un héroe por su “trabajo nocturno” sino también lo es por su éxito empresarial y su labor filantrópica. El comic y las películas encumbran al empresario como un agente de cambio social. El hombre rico es por primera vez el héroe y no el villano. Eso a muchos comunistas no les parece. Sin embargo, el mal esta retratado en el populismo, en el “bien común”.

La trilogía también critica que muchas sociedades han convertido mentiras en símbolos patrios. Eso sucede en nuestra sociedad y lo hacen, principalmente, los movimientos populistas. Encumbran a criminales como Pancho Villa, Emiliano Zapata y Ernesto “Che” Guevara al nivel de héroes. Convierten eventos que jamás ocurrieron o al menos no como los cuentan, en fiestas o tragedias nacionales (recuerden Atenco o los “Niños Héroes”).

Es una pena que la película esté ligada a la tragedia en el cine de Colorado y a toda la controversia desatada respecto a la posesión de armas, sin embargo, en una extraña coincidencia, la cinta toca ese tema. Al inicio de la cinta, Batman dice que está en contra de usar armas, él únicamente usa sus puños para combatir al mal. Después, casi al final, Bane está a punto de matarlo pero llega Gatúbela y lo salva disparando con el cañón de la moto a Bane (una 40mm no hubiera sido suficiente). Entonces no está mal portar armas después de todo.

Confieso que estuve a punto de llorar al inicio de la función. En medio de la cinta ya no podía más hasta que al final, mientras subían los créditos, reventé en llanto, un llanto incontrolable. El mensaje que me quedó fue la de la superioridad del individuo sobre la masa idiota, la importancia de los símbolos, de los valores y de la integridad. Me mostró lo fácil que resulta manipular a lo gente y cómo ese odio insensato en contra de los ricos por el simple hecho de ser ricos puede destruir una nación. Definitivamente, el caballero de la noche ascendió.